Muchas personas han vivido la experiencia de tener que acudir a servicios de Rehabilitación de compañías aseguradoras, o a través de la Seguridad Social, en los que el tratamiento a aplicar consiste en diferente aparataje: ultrasonido, corrientes eléctricas, láser, microonda, magnetoterapia, etc., todo de manera muy protocolizada. Todas estas son técnicas de tratamiento que, dentro de un contexto adecuado, podrían resultar de utilidad en la búsqueda de un objetivo específico, pero que como recurso único también pueden llevar a que el tratamiento se quede muy cojo. Los pacientes se encuentran con que, en muchos de los centros a los que acuden, ni siquiera se les toca, o si se hace, es durante un tiempo muy limitado. Cuando la dinámica de trabajo de esos servicios lleva a tener que trabajar así, hace que pueda asociarse la figura del fisio a ese tipo de atención, y que se piense que eso es la Fisioterapia.
Y no debería ser así. Las herramientas básicas de cualquier fisioterapeuta son las MANOS. Y también lo es, previamente, la cabeza, que es la que debemos utilizar para el planteamiento de cada caso. Porque un proceso óptimo no solo es tocar, sino decidir dónde, cuándo y por qué actuar de una determinada manera.
El uso de las manos no cumple exclusivamente una función de intervención. También tiene una función de exploración. Localizar correctamente es un paso previo imprescindible para intervenir apropiadamente. Por lo tanto, tanto para la exploración como para el tratamiento, enfoco mi trabajo sobre una base de abordaje manual.
Otra cosa que suele ocurrir es asociar de forma semiautomática Fisioterapia a masaje. El masaje es una técnica que puede ser aplicada como posible alternativa de tratamiento, pero no lo es todo ni mucho menos. Cuando los fisios tocamos, se ha de integrar dentro de un concepto más amplio que el de masaje: el de Terapia Manual, donde pueden englobarse multitud de técnicas aplicadas manualmente (masaje incluido si es pertinente) y que es mucho más representativo de lo que un fisioterapeuta puede elegir a la hora de elegir el tratamiento a aplicar a cada paciente. Movilizaciones, tracciones, liberación de adherencias entre planos corporales, o terapia miofascial, serían algunos ejemplos de ese conjunto.
Además, resulta apropiado pensar en el funcionamiento de nuestro cuerpo como un engranaje en el que existe una interrelación entre diferentes áreas, por lo que, aunque el dolor o cualquier otra manifestación clínica se desencadene en un área determinada, puede ser importante revisar otras que puedan estar ejerciendo una influencia previa. En ese sentido, considero muy interesante el trabajo en cadenas musculares (en el que existen varios enfoques como RPG, GDS…), donde hay que ir explorando diferentes eslabones hasta intentar mejorar el que se encuentra en el nivel más superior, que será donde se arraigue la verdadera causa. Es importante abordar las causas y no solo los síntomas.
Como recurso, resulta muy útil el uso de punción seca cuando de quitar tensión a la musculatura se trata. Mediante esta técnica, generalmente se consigue una relajación muscular de mayor inmediatez, profundidad y duración que con las técnicas manuales que buscan el mismo objetivo. Cada vez más extendida entre los fisioterapeutas, es una herramienta muy eficaz dentro de un proceso de tratamiento. A lo largo de una sesión, y si considero conveniente su aplicación, ofrezco una explicación más detallada para que sepáis en qué consiste y por qué funciona.
Para terminar, me gustaría hablar de uno de los grandes recursos de cualquier proceso terapéutico: el MOVIMIENTO. El cuerpo humano no está preparado para estar quieto. El estilo de vida sedentario alimenta que nos «desengrasemos» internamente. Mantener una buena disociación de movimientos y evitar la movilidad en bloque es muy importante para el correcto funcionamiento del aparato locomotor. En ese sentido, los estiramientos y otra serie de ejercicios de flexibilización y movilidad resultan básicos para conservar un patrón motriz adecuado. Algo que además no es exclusivo del tratamiento en consulta, sino extensible a poder hacerlo por cuenta propia en nuestro día a día. Es un recurso básico en mi forma de afrontar las consultas.